Los vikingos eran un pueblo originario de Escandinavia. Aparecen en Europa hacia el 793 concretamente en Inglaterra, Irlanda y Francia. Juraron lealtad al rey de Francia (Carlos el Simple) y recibieron de él lo que posteriormente sería el Ducado de Normandía.
Sus primeros contactos con la Península Ibérica serían a mediados del siglo IX concretamente en la costa cantábrica donde pretendían apoderarse de algunos puertos que le sirvieran de base de operaciones para futuras incursiones. Desde aquí se lanzaron hacia Lisboa donde el ejército del emir Abderramán II no pudo detenerlos al no estar preparados para este tipo de ataques por mar. Los cronistas árabes que recogen el más terrible ataque normando contra al Andalus mencionan que el número de sus barcos rondaba los ochenta, de los que cincuenta y cuatro eran de grandes dimensiones y los otros restantes más ligeros.
Las autoridades, asustadas ante la brutalidad vikinga, huyeron dejando a Sevilla con pocos efectivos y sin un líder que pudiera dirigir la defensa. Durante siete días saquearon la ciudad, asesinando sin piedad y condenando a la esclavitud a los pocos supervivientes que quedaron. Durante dos meses camparon a su antojo sembrando el pánico entre los andalusíes hasta que fueron derrotados por Abderramán II en la Batalla de Tablada que se saldó con más de mil normandos muertos, cuatrocientos prisioneros que fueron decapitados y unos cuantos supervivientes que huyeron hacia la costa atlántica.
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